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Docentes de la UBA junto a Felipe Pigna repasaron los 200 años de historia 

El reconocido historiador Felipe Pigna y Daniel Ricci, secretario general de ADUBA, conversaron sobre los hitos de la Universidad de Buenos Aires y trazaron un recorrido histórico desde su creación hasta la actualidad, pasando por los acontecimientos más destacados que forjaron la historia y la realidad de nuestra universidad. La actividad se realizó en el marco de los festejos por sus 200 años.

El historiador comenzó con un breve repaso acerca del contexto social y político en el que, en el año 1821, se crea la Universidad de Buenos Aires, y enumeró los avatares que atravesó 1880 cuando se nacionalizó y consolidó. 

Con una UBA ya nacionalizada, en 1985 ingresan mujeres y la universidad comienza a tener graduadas muy importantes para nuestra historia, como Elvira Rawson o Julieta Lanteri, Alicia Moreau. 

En este sentido, Daniel Ricci reflexionó acerca de la paridad de género en el ámbito universitario y sostuvo que «uno de nuestros grandes desafíos es llegar a una paridad de género en toda la estructura académica de la universidad». 

Luego Pigna se detuvo enfáticamente en uno de los hitos más grandes de la UBA -y podríamos decir de la Universidad latinoamericana-: la Reforma de 1918, que actuó como un puntapié para que se siguieran esos procesos en distintos países. En un contexto de ascenso del radicalismo y del auge de las aspiraciones de la clase media de acceder a los beneficios de la democracia, de la educación. 

Ya en 1935, figuras como Scalabrini, Jauretche, Del Mazo y Homero Manzi son parte de un grupo que van a plantear otro modelo universitario. Más tarde, el peronismo va a complementar la reforma con la gratuidad, y ocurrirá el ingreso masivo de hijos de trabajadores. «La universidad como un elemento nivelador habilitó la posibilidad de ascenso social», explica Pigna. 

A partir de los períodos de Frondizi e Illia la universidad empieza a tener un desarrollo interesante, basado en una serie de medidas y proyectos inadmisibles para el poder, que son dados de baja por la dictadura de Onganía en su primer mes. 

«En el 65 un grupo de estudiantes universitarios insultan a militares en un acto homenaje a Roca. Desde entonces empieza a verse la distinción de los sectores medios con respecto a la dictadura y un acercamiento a los sectores populares» —explica Pigna—  «El 29 de julio del 66, cuando los estudiantes, alumnos y docentes toman las facultades en defensa de la reforma se produce la Noche de los Bastones Largos».

Entonces la universidad pública se vacía de excelentes docentes y profesionales que son echados tras ser acusados de comunistas. Sin embargo, la obsesión de Onganía por el llamado comunismo hace que se vayan conformando las llamadas Cátedras Nacionales. Allí se empieza a valorizar la historia revisionista y eso permite que el estudiantado se empiece a interesar por el peronismo, por los movimientos nacionales y se empiece a volcar hacia la militancia peronista en el período que va del 69 al 73. 

 

Ricci también destacó el breve proceso que intentó la Universidad Nacional y Popular de Buenos Aires, cuando el rectorado Puiggrós aplicó el acceso irrestricto. «La demanda de matrícula fue impresionante, la universidad explotó en cantidad de alumnos en todas las carreras y fue un proceso interrumpido un poco antes de la muerte de Perón, con la llegada del interventor Ottalagano».

«Luego vendrá la noche más oscura con la dictadura a partir de 1976», introdujo Felipe. Se sistematiza un método de terror, un método de persecución, y un bajo nivel académico que deriva en la reducción de un 30% de la matrícula de la universidad entre el 76 y el 78. «La dictadura conformó logró la conformación de una universidad elitista, una universidad del terror, de bajísimo nivel académico». 

En el 83, con la llegada de la democracia, Alfonsín establece el Ciclo Básico Común como una herramienta niveladora, de actualización académica y más igualitaria; se produce nuevamente un estallido de la matrícula universitaria. Además, se empiezan a valorizar las carreras que la dictadura había tildado de poco útiles, y se crea la Facultad de Ciencias Sociales. 

En los 90 el menemismo realiza un ajuste brutal sobre la universidad e intenta un nuevo arancelamiento. Dice Felipe, «lo que salvó a la universidad pública en ese momento fue la resistencia enorme de docentes, graduados y alumnos que se movilizaron en todo el país». 

En este punto, Ricci señaló sobre los dichos de la ex gobernadora María Eugenia Vidal sobre la idea de que los pobres no llegan a la universidad, «me parece que ese es un debate que tenemos que dar, en la universidad pública argentina mediante un proceso de la gratuidad llegan los hijos de los trabajadores y más de la mitad de los estudiantes de la UBA son primera generación de universitarios». 

Luego Pigna y Ricci repasaron los hitos del siglo XXI. Durante el gobierno de Cristina Kirchner, comenzamos a tener universidades en todo el país. «También hay una narrativa y una recuperación de la identidad de los distintos espacios en cada provincia», destacó Pigna. 

Llegando al final del encuentro, Daniel Ricci comentó que la Asociación de Docentes de la UBA está cumpliendo 30 años e invitó a pensar en, además de defender salarios y derechos, apuntalar la formación de trabajadores y profesionales universitarios con un fuerte compromiso social, ético, democrático.

Pigna retomó esas palabras y remarcó la necesidad de «retribuir lo que han recibido: estamos acostumbrados afortunadamente en Argentina a tener una universidad gratuita, pública y de calidad, y es una de las pocas que quedan en el mundo».

Las reflexiones finales apuntaron a crear una vinculación fundamental entre la universidad y la sociedad, a evitar la «universidad isla», la universidad tecnocrática, y buscar construir una universidad con mucho más alcance; que trabaje por la igualdad de género, por la defensa del medio ambiente; por el respeto por la diversidad sexual, religiosa, política; y el compromiso por la democracia.

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