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104º aniversario de la Reforma Universitaria Argentina de 1918

Por Equipo de Redacción: Data Universitaria

Corría el año 1918. Argentina era gobernada por la Unión Cívica Radical, con Yrigoyen a la cabeza cumpliendo su tercer año como presidente. Para entonces existían tres universidades nacionales, la de Buenos Aires, fundada en 1821, la de La Plata, que había sido nacionalizada 12 años atrás, surgida de la Universidad Provincial en 1897, y la Universidad de Córdoba fundada en 1613, por los jesuitas. Esta última, para la fecha, mantenía aún la ideología elitista y clerical de sus comienzos. La matrícula de las tres juntas llegaba por aquel entonces a catorce mil alumnos. Además, existían dos universidades provinciales para ese entonces, la de Tucuman y la del Litoral, que luego se nacionalizarian en 1921 y 1919 respectivamente.

Los centros de estudiantes ya habían comenzado a conformarse a principios del siglo en cada facultad, que luego conformarán también una federación en cada universidad. Los estudiantes comenzaron a organizarse en la UBA, primero en Medicina en el 1900, en Ingeniería en 1903 y en Derecho dos años después de este, para en 1908 conformar la Federación Universitaria de Buenos Aires. Así comenzó a instalarse el Movimiento Estudiantil en las universidades.

En Córdoba, la casa de altos estudios fundada por los jesuitas, era una de las más antiguas de Latinoamérica, como así también una universidad elitista, cerrada, muy alejada de las ciencias naturales y las exactas, que contrastaban fuertemente con los cambios políticos, económicos y sociales que se habían producido en el país y en el mundo, y mantenía ideas clericales y racistas. Tal es así, que para ese año solo contaba con alrededor de 1500 estudiantes.

Pero los vientos con aire de reforma comenzaron a levantarse el año anterior. Y es que en 1917, precisamente en septiembre de ese año, dicha Universidad, aprueba un nuevo reglamento para el internado estudiantil en el Hospital Nacional de Clínicas, un hecho que desataría todos los sucesos que vendrían después. Este Hospital, es el que dio origen a la Facultad de Medicina, que aun a dia de hoy (al 2020), sigue ubicado en el mismo barrio y en el mismo lugar que hace 100 años atrás. Ese reglamento nuevo que la Universidad había aprobado, provocó que los internos se declaren en huelga, para mostrar su desacuerdo y descontento con el mismo, a lo que las autoridades universitarias respondieron con la suspensión por dos años de los huelguistas. En Ingeniería pasaría algo similar, agravando el malestar, que estaba pronto a ser generalizado, ya que se aprueba, denominado la “Ordenanza de los Decanos”, un reglamento que aumentaría la carga horaria y de materias en esa carrera.

Luego del receso de verano, cuando se creía que todo se apaciguaria, y los estudiantes volverian a la ciudad con la idea de iniciar las clases el 1 de abril, en marzo se generalizó finalmente el descontento, cuando el Consejo Superior toma una desafortunada medida, la de modificar el sistema de calificaciones, la cual fue mal recibida por el estudiantado. Y ahora si, la acumulacion de enojos y quejas por parte de los estudiantes hizo que estos pongan su grito en las calles, el 10 de marzo de 1918, con una convocante marcha que fue en busca de los responsables bajo la consigna de “¡Que se vayan!”. Esa movilización, logró también la conformación de un Comitè Pro Reforma, el cual estaba integrado por ocho delegados de las facultades de Medicina, Derecho e Ingeniería. Este era presidido por el estudiante de Derecho Horacio Valdés y el de Medicina Gumersindo Sayazo. Esta conformación, amplió el reclamo estudiantil exigiendo una reforma donde se incorporará a los docentes al gobierno universitario, tal como ya se había establecido en la UBA. El comité declaró la huelga general estudiantil el 31 de marzo de 1918, en un acto en el Teatro Rivera Indarte, que comenzaría al día siguiente, mismo en el que debían arrancar las clases.

La adhesión a la huelga fue total, a pesar del rechazo de la misma por parte del Consejo Superior el 20 de marzo, y por ende las clases no comenzaron. El 2 de abril, y frente al reclamo de los estudiantes, los mismos que rechazaron la huelga, decidieron cerrar la Universidad. Días después de esto, y con la Universidad clausurada, el comité Pro Reforma envió una nota al Ministro de Justicia e Instrucción Pública, José S. Salinas, pidiendole que la intervengan.

Los aires de Reforma lograron provocar un efecto contagio y, se daba en Buenos Aires la constitución de la Federación Universitaria Argentina (FUA), presidida por Osvaldo Loudet, con Julio González (La Plata) como secretario y los vocales Guillermo Watson (Buenos Aires), Humberto Gambino (Litoral), Alejandro Terrera (Tucumán) y Gumersindo Sayago (Córdoba). En tanto, en Córdoba se decidió transformar el Comité Pro Reforma y fundar a partir de allí la Federación Universitaria de Córdoba (FUC). Luego de la creación de la FUA y la FUC, la conducción de ambas pidió una entrevista con el presidente Yrigoyen, para informarle lo que estaba sucediendo, principalmente en Córdoba, a lo que el presidente radical respondió positivamente interviniendo la Universidad, designando como interventor al procurador general de la Nación, José Nicolás Matienzo.

Matienzo no tardó mucho en darse cuenta de la veracidad de los reclamos que venían haciendo los estudiantes. Luego de su primer informe, y a través de un decreto del presidente Yrigoyen del 6 de mayo, se decidió la elección, por parte de los docentes, del consejo y del rector, a la vez que se reformó el Estatuto reemplazando al de 1893. La nueva Asamblea Universitaria fue convocada para el 31 de mayo. Durante ese mes se eligieron democráticamente los decanos de las tres facultades, Derecho, Medicina y Ciencias Exactas, triunfando los partidarios de la Reforma. Emilio Caraffa fue proclamado vicerrector y se trasladó para el 15 de junio la elección del Rector.

Pero faltaba dar el paso más importante: el rectorado. Los estudiantes de la FUC tenían su candidato, el doctor Enrique Martínez Paz, y lanzaron su candidatura con un acto en el Teatro Rivera Indarte. Antonio Nores era el candidato que impulsaban los “contrarreforma” y los “moderados”, a Alejandro Centeno. Para las dos primeras votaciones, ninguna fuerza alcanzó la mayoría, y para la tercera los partidarios de Nores consiguieron los votos de Centeno, derrotando así por veinticuatro a trece a Martínez Paz. Esta traición que sintieron los estudiantes, desatò un descontrol en el salón donde se celebraba la asamblea, con la irrupción de los cientos de jóvenes que esperaban el resultado fuera del edificio, destrozando todo y sacando los cuadros de los profesores, muchos de ellos sacerdotes, y declarando asi nuevamente la huelga general.

Los estudiantes tomaron los edificios de la Universidad, exigiendo la renuncia de Nores. En el Hospital de Clínicas, los jóvenes se subieron al frontispicio y colocaron una bandera de la FUC, para dejar grabada a fuego una fotografia historica del momento que simboliza toda esta rebelión del movimiento.​ El rector electo acudió a la policía para echar a los que consideraba “jóvenes insolentes”, y el conflicto se transformó en batallas campales.

Cuando Nores tuvo la intención de reclamar y asumir como rector electo, retomaron los incidentes y los hechos violentos. Dos miembros de la FUC se reunieron con Nores en su despacho, para expresarle lo que iba a pasar si no renunciaba, miles de jóvenes estaban dispuestos a dejar su vida, siendo reprimidos por la fuerza policial, a lo que el rector electo respondió que “prefería un tendal de cadáveres, antes que renunciar”. Luego de los enfrentamientos, la FUA declara al dia siguiente la huelga general en todo el país durante cuatro días, para apoyar a los estudiantes cordobeses y como repudio al accionar del rector Nores amenazando a los huelguistas con masacrarlos y por no hacer efectiva su renuncia.

El 21 de junio, en un marco caótico y en medio de la huelga y los disturbios, se presenta el histórico documento conocido como Manifiesto Liminar, texto redactado anónimamente por Deodoro Roca, otro referente del reformismo universitario del momento, que fue publicado en el diario de la Federación cordobesa La Gaceta Universitaria, nombre inspirado del periódico fundado por Mariano Moreno en 1810. “La juventud de Còrdoba a los hombres libres de Sud América” se titula el documento que fue firmado por todos los miembros de la FUC, que comienza con este célebre párrafo, cargado de emociones frente a la rebelión y revolución estudiantil en contra de la ideología elitista y conservadora: “Hombres de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que tienen. Desde hoy contamos para el país una vergüenza menos y una libertad más (…) Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una hora americana. La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa”.

Luego de esto, continuaron produciéndose actos, huelgas, movilizaciones, y demás sucesos que seguían con la firmeza de lograr la ansiada Reforma Universitaria. Hubo actos masivos organizados por la FUC, donde se reunieron más de 15 mil jóvenes con ideas reformistas. También continuó la represión de las fuerzas policiales y militares, lo que provocó protestas de la Federación Obrera y de otras entidades y partidos políticos.

Finalmente, luego de la persistencia y la permanente movilización de los estudiantes organizados, Antonio Nores presenta su renuncia, y con él muchos profesores. Por esto, el presidente Yrigoyen vuelve a determinar la intervención de la Universidad de Cordoba, designado inicialmente a Telémaco Susini para el cargo. La impaciencia de los estudiantes por la tardanza en la llegada del interventor, hizo que Yrigoyen designe a José Salinas, para llevar adelante esta segunda intervención, pero este también aplazaba su llegada. La FUC continuaba expresando su apoyo al presidente por la decisión de intervenir la Universidad, pero apuraba la llegada del responsable de dicha intervenciòn.

Al retrasarse la llegada de Salinas como interventor de la Universidad de Córdoba, y la impaciencia de los estudiantes, la FUC, en un acto histórico el 9 de septiembre, resolvió tomar la Universidad, esta vez pacíficamente, para hacerse cargo de la dirección de la misma. Esto motivò la respuesta rápida de los sectores reaccionarios, que aún seguían siendo fuertes en la ciudad, provocandose nuevamente disturbios por parte de la policía y la detención de algunos de los estudiantes. Debido a esto, el interventor designado por Yrigoyen finalmente llegó a la Universidad de Córdoba, donde lo esperaban las renuncias de varios profesores, entre ellos Nores, que había pasado de rector a profesor. Salinas comenzó la intervención, con una tarea prolija, iniciando el proceso de reformas con el apoyo estudiantil, designando en las vacantes a profesores reformistas como Gumersindo Sayago, Arturo Capdevilla y Deodoro Roca. Logró también varias reformas de los estatutos que incorporaron limitadamente algunos de los reclamos estudiantiles, como la creación de los «Consejos Directivos» en las Facultades, que incluían profesores elegidos por asambleas en las que los estudiantes tenían un tercio de sus miembros. También creó la figura del delegado estudiantil ante el Consejo Superior de la Universidad y ante los consejos directivos, pero estos tenían limitadas facultades de voz y carecían de derecho a voto.

El movimiento universitario reformista renovó los programas de estudio, posibilitó la apertura de la universidad a un mayor número de estudiantes, promovió la participación de estos en la dirección de las universidades e impulsó un acercamiento de las casas de estudios a los problemas del país. Implantó el cogobierno de la Universidad por graduados, docentes y alumnos; la libertad de cátedra y la autonomía.

Luego de meses de luchas y tras el estallido de junio del ‘18, intervenciones de por medio y tomas universitarias, el 12 de octubre de 1918, se suscribió un decreto por parte de Yrigoyen, apoyando las reformas que contempló ampliamente los reclamos estudiantiles. Esa rebelión reformista marcó una ruptura con el elitismo dominante de la época y el nacimiento de la universidad autónoma y democrática. La universidad pública, plural, gratuita y cogobernada es la característica de la educación argentina. Permitió pensar en un país con mejores oportunidades de desarrollo para todos, contando en su origen épico con el empuje de un grupo de estudiantes organizados. La nueva Universidad del Litoral, creada en 1919, y la de Tucumán, fundada en 1921, nacerán con el espíritu reformista. Los estatutos de la Universidad del Litoral fueron consensuados entre graduados, docentes y estudiantes, por eso fue llamada, con justicia, la Universidad de la Reforma.

Posteriormente, la lucha estudiantil alcanzaría dimensiones continentales: el estudiantado se levantaba en Chile, Perú y Cuba durante los primeros años de la década de 1920; y durante la década de 1930, en México, Paraguay y Brasil.

Finalmente, a modo de cierre, y manteniendo vivo el espíritu del legado de este suceso histórico dentro de la historia argentina, el reformismo no debe reducirse a un glorioso momento histórico, sino que, debe pensarse como el mejor legado para redefinir continuamente los postulados de la latente democracia y de todos los derechos humanos.

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