La política universitaria dejó de ser un terreno marginal para el oficialismo nacional. La Libertad Avanza (LLA) ha comenzado un operativo de desembarco en las universidades públicas, especialmente en la provincia de Buenos Aires, con el objetivo de construir militancia libertaria financiada con recursos del Estado, formar cuadros técnicos propios y disputar poder territorial a los actores tradicionales del sistema universitario, con el radicalismo en el centro del blanco.
La estrategia ya tiene nombre y estructura: Universitarios por La Libertad Avanza (ULLA), el sello estudiantil libertario que agrupa a espacios como Crear (originado en Mar del Plata), La Julio Argentino y Ciudadanos. La referencia orgánica es Yamil Salerno, quien coordina la expansión en distintas universidades, con el respaldo político de «Las Fuerzas del Cielo», el think tank libertario que responde a Santiago Caputo, con oficina propia en Casa Rosada.
Mientras el sistema universitario denuncia parálisis en los programas de ciencia y vaciamiento presupuestario, el Gobierno nacional sostiene económicamente a las organizaciones estudiantiles libertarias para insertarse en universidades públicas como las de Quilmes, Lomas de Zamora, Mar del Plata, José C. Paz, Lanús, San Martín y La Plata. La apuesta no es menor: construir base territorial, captar jóvenes con simpatía por las ideas de Milei y convertir a las universidades en semilleros del nuevo poder político.
Un nuevo brazo universitario del oficialismo
En paralelo, otra agrupación con guiños oficiales es el Frente de Estudiantes Liberales (FEL), con presencia en la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), la Universidad Nacional de Tierra del Fuego (UNTDF) y en sedes de Río Negro. La construcción es fragmentada pero con una lógica en común: entrar donde las agrupaciones tradicionales están debilitadas o donde el voto joven mostró afinidad con Milei en las urnas.
La novedad es que el oficialismo reconoce esta estrategia como una prioridad política. Los movimientos estudiantiles libertarios cuentan con respaldo, oficinas, coordinación y fondos. No se trata de expresiones espontáneas, sino de una apuesta planificada con estructura partidaria.
La UBA: territorio hostil
Pero no todas son buenas noticias para la avanzada libertaria. En la Universidad de Buenos Aires (UBA), con más de 300 mil estudiantes y 13 facultades, el oficialismo evita presentarse. Según fuentes de Las Fuerzas del Cielo, la falta de estructura y el férreo control del radicalismo universitario —particularmente del sector Evolución liderado por Emiliano Yacobitti— vuelve estéril cualquier intento de competir.
“Podríamos sacar 25 puntos en Ingeniería, pero eso nos obligaría a ir a Sociales y Filosofía, donde nos hacen bolsa”, admiten desde el entorno libertario. En otras palabras, el gobierno decide no entrar a la UBA para no salir lastimado políticamente.
El caso expone con crudeza una realidad que tensiona el discurso libertario: mientras Milei afirma que la universidad pública es “un gasto” y la acusa de “adoctrinamiento”, su partido arma militancia y busca poder en su interior, financiado con recursos públicos.
Una nueva batalla cultural con recursos estatales
La paradoja es evidente. Mientras las universidades nacionales piden aumentos presupuestarios para poder funcionar, el oficialismo sostiene financieramente estructuras partidarias propias dentro de esas mismas universidades. La inversión no va a mejorar la calidad educativa o fortalecer la investigación científica: va dirigida a ganar elecciones estudiantiles, formar cuadros políticos libertarios y disputar los centros de estudiantes.
En ese tablero, el radicalismo universitario, con décadas de hegemonía en la UBA y fuerte presencia en el interior, se convierte en el principal objetivo de desplazamiento. En silencio, la UCR observa el avance libertario con preocupación, en un contexto donde la alianza nacional con Milei es cada vez más ambigua y tensa.
Un juego de poder que apenas comienza
La disputa por el control ideológico de las universidades ya no es simbólica. Para La Libertad Avanza, los pasillos de las facultades son campo fértil para moldear liderazgos futuros, construir lealtades, marcar territorio y, sobre todo, legitimar su poder con cuadros propios.
En simultáneo, crecen los cuestionamientos por el uso de fondos públicos con fines partidarios y la contradicción de sostener estructuras dentro de un sistema que Milei insiste en deslegitimar. La tensión apenas empieza, pero la jugada es clara: disputar el presente con recursos del Estado para construir el futuro del poder libertario.