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“Nos debemos un debate de cómo planificar el sistema universitario a lo largo del país”

Para la educación argentina, en especial la universitaria, todo el contexto pandémico transitado entre 2020 y gran parte del 2021 será, sin dudas, un antes y un después en sus prácticas y en sus objetivos. Son muchas las autoridades superiores, docentes, trabajadores y estudiantes que aseguran que ese momento histórico aceleró procesos y discusiones que se venían teniendo, pero que, hasta entonces no habían encontrado su lugar para crecer exponencialmente.

“El impacto de la pandemia fue complejo, creo que en toda la sociedad y en particular en el sistema educativo y en las universidades. Tuvo algunos impactos positivos porque aceleró procesos de mediación tecnológica que estaban, pero que posiblemente nos permitieron acelerar algunos de estos procesos”, dice a Data Universitaria Jorge Calzoni, rector de la Universidad Nacional de Avellaneda. “Hoy, por ejemplo, la CONEAU determinó que una clase presencial puede estar mediada por una pantalla una clase sincrónica, no una asincrónica, y eso anteriormente era todo un debate, la presencialidad era la cuestión física nada más, hoy eso existe, hay tecnología en las aulas como para poder hacer clases híbridas”, agrega.

“También, lo que sucedió fue un fenómeno, al principio la pandemia, que se incrementó la cantidad de estudiantes y ya el año pasado, con el regreso a la presencialidad, hubo una merma. Este año volvemos a recuperar estudiantes y, casi te diría que estamos en el ingreso normal que veníamos hasta el 2019”, describe sobre la particularidad de la UNDAV.

Calzoni marcó también el impacto en los docentes, porque “nos obligó a modificar algunas prácticas”, y al mismo tiempo en estudiantes dice que “depende la disciplina, hay un tema generacional claramente también, pero, modificó también el comportamiento y las posibilidades de estudio”.

“Hoy por suerte hay algo positivo es que no se trabaja tanto en contenido, porque está disponible en cualquier plataforma, sino más en la reflexión, en la abstracción, la conceptualización de esos contenidos y en las prácticas, más que en recordar contenidos. Creo que eso va a ir permeando en los distintos niveles educativos, me parece que es un aspecto positivo”, señala Calzoni.

Sin lugar a dudas, hay rasgos negativos de la situación inédita de la pandemia, que son conocidos por todos. Uno particular a la Universidad es lo social, donde la vida universitaria como se conocía se perdió por completo, y gradualmente se fue recuperando. “Nosotros el año pasado hacíamos un análisis de que entraban chicos que, durante dos años no habían ido al colegio, y tuvimos en primer y segundo año chicos que no conocían la Universidad, entonces, eso realmente también generó un impacto negativo”, sostiene el rector de UNDAV.

Marco también que “La inscripción de este año superó los 6.000 estudiantes, y el año pasado habíamos superado apenas los 4.000, o sea, hubo un incremento importante y también lo que notamos es que hay ganas de estar presencial”.

– Como es la experiencia de la Universidad con sus nodos de educación a distancia en todo el país, algo que vienen realizando antes de la Pandemia 

Nosotros trabajamos desde el primer momento con educación a distancia, al principio muy moderadamente, tenemos un campus desarrollado, que por suerte funciona muy bien. La pandemia arranca en Argentina justo en el comienzo de clases del año 2020, y nos pudimos adecuar en una semana, que fundamentalmente tuvo que ver con la capacitación, tanto de estudiantes como de docentes. En este momento, si son 22, estamos cerrando ahora el número 23 de nodos a lo largo y ancho del país. En la educación a distancia, es educación sincrónica y asincrónica, sincrónica es cuando está mediada por la pantalla en ese mismo momento, y asincrónica, son materiales y recursos que se van haciendo, que se adapta a cada estudiante en función de su tiempo. Lo que sí los exámenes son presenciales y para eso hacen falta los nodos. Anteriormente, tenían que viajar hacia Avellaneda y eso implica un costo, dificultades de todo tipo. La necesidad de tener nodos en distintos lugares implica que no tienen que trasladarse sino hasta el nodo más cercano, y hoy creo que no estamos superando los 200 km entre cada punto donde hay un nodo disponible, eso es muy bueno porque permite acelerar los proceso de examen y de acreditación de las distintas materias. Eso funcionó muy bien, y creo que hoy el sistema universitario lo tiene incorporado, porque, incluso dentro de la presencialidad hay buena parte que se desarrolla en forma virtual, algunos ya lo hacían, yo lo vengo haciendo hace muchos años, donde colgabamos en alguna plataforma o campus todo el material, cosas que se iban corrigiendo, o sea, hay un proceso anterior a todo esto, no es que se inició con la pandemia, pero si claramente se aceleró. La educación a distancia es algo que viene creciendo, nosotros hoy estamos superando los 5 mil alumnos regulares en esa modalidad, teníamos una dificultad que era la retención, en general dejaban mucho, eso implica también costos adicionales, cuestiones de financiamiento, pero ha crecido mucho y se ha consolidado en este último tiempo.

– La UNDAV es una institución universitaria joven y en constante crecimiento, ¿Se refleja ese espíritu joven aún en la actualidad, en la gestión o en proyectos?

Sí, totalmente. Hace poco entregamos la primera doble titulación, que es cuando dos universidades entregan un mismo título, en este caso con la UNESC de Brasil está en un lugar llamado Criciuma, está cerca de Florianópolis, pero 200 kilómetros metido hacia adentro en Brasil. La condición para tener el doble título es cursar un año en la otra universidad, hay una chica nuestra Argentina que fue para allá y un chico brasilero que vino aquí y le entregamos el título. Fue una experiencia novedosa en Argentina de eso, y esa juventud de la que hablas, creo que tiene que ver con esto, poder intentar estas cosas. Nos dio mucha felicidad.

También hay dos fenómenos con esto que decís, primero las universidades del Bicentenario pudieron contener una cantidad de personas y una edad promedio mucho más alta que la común, el ingreso era con gente que en alguna vez intentó estudiar o había empezado y no pudo continuar y que al tener la cercanía pudo hacerlo. La edad promedio en el primer año nuestro fue de 34 años, fue muy alto, y hoy ha bajado muchísimo, estamos cerca de los 20 años. De todas maneras, nos decía otro rector que el promedio, de estudiantes de ingreso, alrededor del 67% tiene 20 años, quiere decir que todavía tenemos que permear un poco más en los jóvenes, y hay discusiones con respecto a esto que tiene que ver con la duración de las carreras, con la retención, con el cambio de carrera, los jóvenes no siempre inician una carrera y la continúan, al año deciden que no les gustó y van por otro lado. Todos esos fenómenos complejos que se van dando en los ingresos en las universidades es un aspecto que eleva la edad promedio.

Y lo segundo, que tiene que ver con que en nuestras universidades han bajado muchísimo la edad de ingreso, a mi entender, en los análisis que hacemos, con varios factores. Uno es la confianza, universidades que inician nuevas por ahí no generan la confianza al principio, no se sabe de qué se trata, entonces hay un tema de confianza; la transmisión de determinadas carreras, que después en el boca a boca va funcionando, en función de la inserción de esos graduados. Nosotros estudiamos mucho como los graduados se insertan en el mercado laboral y nos interesa saber qué es lo que pasa ahí, para corregir factores académicos en lo que es el proceso de enseñanza, todas esas cuestiones tienen que ver con eso. La cercanía es fundamental, yo siempre digo, un chico, por ejemplo que quería estudiar arquitectura ir a La Plata o Ciudad Universitaria calcularle implicaba en promedio hora y media, y eso es ida y vuelta, tenés que calcularle tres horas, es imposible que pueda hacer otra actividad. Hoy hacerlo aquí, en Avellaneda, implicó que toda una zona del conurbano sur pueda estudiar, por ejemplo, arquitectura, como tantas otras carreras, que también la cercanía permite un desarrollo que antes era impensado para esos chicos

– Con esto último qué marca, ¿Está de acuerdo con la discusión para ampliar el sistema universitario con nuevas casas de altos estudios?

Sí, hay estudios hechos, la CONEAU tiene un estudio de cantidad de universidades por habitantes, y nosotros estamos muy por debajo de Brasil y México, por ejemplo, que son sistemas comparativos, en cantidad de universidades. Lo que personalmente creo que tiene que haber una planificación con respecto a dónde ubicarlas, a donde debería haber accesos de distintos tipos y que todos los argentinos, vivan donde vivan, tengan la posibilidad de acceder a la educación superior. Sí, seguramente nos faltan universidades, hay que estudiar cómo, dónde, analizarlo bien, hay procesos de debate, en esto el CIN ha cambiado la postura, antiguamente se oponía a toda creación de universidades, actualmente no es así, sino que analiza la pertinencia, la oferta, busca la no competitividad entre universidades, que nos parece que no sería bueno, así que, desde ese punto de vista me parece que nos debemos también los argentinos un debate con respecto a cómo planificar el sistema de universidades a lo largo de nuestro país. Lo bueno fue que en el gobierno de Cristina Fernandez se alcanzó a cubrir todas las provincias, la última que no tenía era Tierra del Fuego, que tiene una universidad que realmente funciona muy bien en Ushuaia, y tiene sedes en Río Grande y algunas sedes más, y prácticamente todas las provincias tienen al menos una universidad. Habrá que analizar, de ahora en más, como esa distribución geográfica también puede llegar a todos los habitantes por más remoto sea el lugar donde viva

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