La publicación de los resultados del Ranking QS de América Latina 2025 volvió a poner bajo la lupa a las universidades argentinas en un contexto de crisis presupuestaria y disputa política. Según la clasificación de la consultora británica Quacquarelli Symonds (QS), de las 45 universidades nacionales evaluadas, 20 bajaron posiciones, 13 se mantuvieron y solo 12 lograron mejorar.
La Universidad de Buenos Aires (UBA) conservó su lugar de privilegio entre las diez mejores de la región, aunque con caídas marcadas en los indicadores de investigación. El rector Ricardo Gelpi fue tajante: “El desfinanciamiento que venimos padeciendo comienza a hacerse sentir en los resultados referentes a investigación científica. Es una señal de alerta que no debemos desatender”.
Entre las que ascendieron figuran la Universidad Nacional de La Plata (21°), la Austral (25°), la Di Tella (48°), San Andrés (51°), Palermo (95°), la Nacional de San Martín (102°) y la Nacional de Mar del Plata (110°), además de la Universidad Nacional del Sur y otras casas de estudio que se ubicaron en tramos intermedios.
En contraste, la mayoría de las instituciones retrocedieron en los parámetros vinculados a la producción científica y la cantidad de citas por artículo. El diagnóstico de Leigh Kamolins, director de Análisis y Evaluación de QS, fue claro: “Las universidades argentinas enfrentan desafíos en la producción de investigación. Para mejorar, deberían buscar fondos más allá de los estatales: asociaciones con la industria, otras universidades y organismos internacionales podrían complementar sus ingresos”.
La polémica con el Gobierno
El resultado del ranking coincidió con un nuevo capítulo en la tensión entre el oficialismo y el sistema universitario. El subsecretario de Políticas Universitarias, Alejandro Álvarez, cuestionó duramente la legitimidad de los rankings internacionales: “Esos rankings se compran. Si no pagás, no figurás. Me gustaría saber cuánto gasta la UBA en esos rankings”, afirmó en declaraciones televisivas.
La respuesta de QS no tardó en llegar. Kamolins defendió la metodología y la trayectoria de la consultora: “Llevamos 35 años en este negocio con el fundador aún al frente. No se puede sostener un negocio 35 años sin integridad. Nuestros analistas están supervisados por un consejo asesor independiente de universidades de todo el mundo, y la información es pública y transparente”.
Entre la reputación y la investigación
El contraste más fuerte que dejó el informe es que, mientras las universidades argentinas mantienen alto prestigio en reputación académica y entre empleadores, muestran un marcado deterioro en producción científica, publicaciones y citación internacional.
El ranking regional volvió a estar encabezado por la Pontificia Universidad Católica de Chile, la Universidade de São Paulo y la Universidad Estadual de Campinas (Unicamp), consolidando la brecha entre Argentina y los polos universitarios de la región.
La discusión en torno al financiamiento, la fuga de talentos y la sostenibilidad del sistema universitario argentino atraviesa de lleno la interpretación de estos resultados. La cumbre global de educación superior que se realizará en Buenos Aires esta semana, con rectores y autoridades de 26 países, aparece como un escenario clave para un debate que ya excede las estadísticas: ¿cómo sostener la excelencia universitaria en medio de un ajuste fiscal que amenaza con profundizar la caída?